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domingo, 9 de noviembre de 2014

¿QUÉ HACEMOS CON NUESTRA ECONOMÍA?: El pastel de la abuela


Durante los últimos artículos hemos ido exponiendo los problemas económicos que han sobrevenido a España.

Escarmentados como estamos aquí de tantos anuncios con poca base real, a lo largo de dos gobiernos, no nos ha pillado por sorpresa esa ola que se avecina.

Podemos sumarnos al carro de los que ahora infravaloran la ola, ya que pocos son los que se atreven a estas alturas a negarla, pero preferimos afrontarla en su dimensión real, para sortearla dentro de lo posible.


Ya sabemos que Europa está estancada, y los signos desde EEUU no son del todo positivos, como han manifestado sus electores castigando con fuerza a Obama.

Y aquí, los tiempos políticos vienen removidos también, máxime cuando todo parecía confiarse a una recuperación económica fruto del tirón exterior, que con el estancamiento de nuestros vecinos difícil será que se produzca.

Y es entonces cuando volvemos a recurrir a los sabios consejos de abuela que siempre hemos admirado:

"Como en casa, en ningún sitio"

Una economía fuerte, sin el resfriado que nombrábamos en nuestro anterior artículo, es aquella que tiene -en casa- una fuerte demanda interna.


Cuando los propios ciudadanos son los que tiran de la economía, es mucho más fácil afrontar los problemas, sin esperan que vengan de fuera a solucionárnoslos. Obviamente vendrá bien la ayuda exterior, pero ésta no es sino la guinda de un pastel que se cocina con las compras de los propios ciudadanos. 


Por eso son tan interesantes los países con mucha población como Brasil: porque pueden ejercer una fuerte demanda. Y por eso China entendió hace tiempo que tenía que dejar su etiqueta de vendedora al mundo de productos baratos, y ha emprendido la batalla de la calidad, y de la demanda interna por los propios chinos.


"Como en casa en ningún sitio", y como la demanda de casa ninguna. Como seguiremos explicando...

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